3 de agosto de 2011

Jane Eyre - Charlotte Bronte

Esta muy tarde ahora, tarde porque hoy me he levantado inusualmente temprano. Tarde para escribir esta reseña o cualquier reseña. Saben porque quiero vivir en la campiña inglesa del siglo XVIII y XIX? porque todo parece perfecto y maravilloso, apacible, frio, tranquilo, estable, hermoso pero sin exceso, opaco, un poco gris y un poco verde y un poco blanco. Porque en medio de esa frialdad puedes prender una chimenea, porque no hay luz eléctrica y solo existen los candelabros y las lámparas, las bujías, porque la noche se ve iluminada por pequeñas lámparas amarillas y solo te queda leer hasta media noche en una sala antigua en sombras, apenas iluminada, o en una habitación de ventanas gigantes donde puede entrar la luz de la luna, o refugiarse de la noche en un cuarto silencioso donde solo se oyen las hojas de los árboles o el ladrido de un perro o un carruaje misterioso pasar. Quizás sea cierto, quizás queramos vivir en el pasado o en otro tiempo, quizás estemos así de inconformes con el presente, y así anhelemos solo el ambiente, la atmósfera o las estéticas de otras épocas, quizás eso diga también… que el presente no nos gusta o no nos ha gustado, quizá vivamos engañándonos mucho tiempo… quizá algún día logremos confrontar el presente del todo, y si así es, o si ya lo hemos hecho, yo no quiero dejar el pasado… y quizá por eso sigamos o siga creyendo en vestidos largos con muchas telas y pequeños encajes hermosos, y creyendo en libros viejos de tapas duras y de cuero, en casas de campo con bibliotecas grandes y muebles de madera, igual vamos a seguir creyendo en el pasado, porque No es una ficción, porque está en las calles, y en la música y en los libros, porque así hayamos confrontado el presente, vamos a seguir buscando tornamesas, cámaras análogas o teléfonos de cable de colores retro, o queriendo vivir en una ciudad antigua, o quizá nunca aprendamos a vivir del todo en el presente, pero de una cosa estoy segura, nunca me quedaría del todo en la campiña inglesa del s. XVIII porque allá no va a estar quien yo quiero.

No sé qué decir exactamente de Jane Eyre, no me dejó una sensación impresionante, lo suficiente para escribir algo con impulso y un poco de pasión. Muchos principios, valores, dignidades, orgullos sensatos. Mucho “hacer lo correcto” pero lo correcto equilibradamente, justamente, un sentido perfecto de la justicia. Amo la dulzura del señor Rochester, de su trato delicado, amoroso y tan equilibradamente afectuoso a Jane Eyre. Amo la ansiedad y como se desvive por ella en los momentos en que parece la ve perdida, perdida de sus brazos, de su alcance, de su ser, de su compañía. Me gustó leer a Jane Eyre en los momentos de dolor extremo, su fuerza, su constancia y valor en ellos, no porque me guste verla sufrir, es solo que ver a personajes tan sensatos, justos y correctos en situaciones extremas es de lo mas interesante quizá, que le pueda ofrecer a uno esta literatura decimonónico inglesa, ver como casi pueden perder sus cabales, pero nunca los pierden así estén en las situaciones más terribles. Me gusta ese carácter de no dejarse llevar por nada, de sufrir lo necesario pero NUNCA lo innecesario.

Creo que el valor de la familia hoy ya no importa, o no tanto (rescatando su importancia mostrada en el libro dada la orfandad de Jane Eyre). Si no tienes una familia a donde ir no importa, al fin al cabo cuantos casi huérfanos hemos sido con un padre y una madre ausentes y supuestamente presentes? Quizás ahora lo que uno quiera más bien es deshacerse de la familia. Y sin embargo Jane Eyre, huérfana, quizo dejar su familia adoptiva y después cuando pudo tener otra también la dejo hasta que encontró la suya propia y hermosa. Quizás haya que hacer eso, abandonar cuantas familias (indignas) se nos ofrezcan, hasta encontrar una respetable para uno mismo. Pero en fin , tengo sueño y yo también , ya he abandonado mis familias.

No se si las comparaciones sean validas o no, pero Jane Austen me sigue pareciendo insuperable, mas literaria, mas elaborada y precisa en su escritura, en su narración, en la estructura de sus novelas, en el encanto de sus personajes.