28 de febrero de 2012

Pero, como pasa a menudo entre personas que eligen diversas profesiones, cada uno, aprobando y comprendiendo la elección del otro, la despreciaba en el fondo de su alma. Le parecía a cada uno de los dos que la vida que él llevaba era la única real y la del amigo una ficción.

...Y de pronto los dos comprendieron que, aunque eran amigos, aunque habían comido y bebido juntos –lo que debía haberlos aproximado más–, cada uno pensaba en sus cosas exclusivamente y no se preocupaba para nada del otro.

Tolstoi, Ana Karenina 

15 de febrero de 2012


… esperanza es una palabra infernal, el comienzo del horror, de lo imposible. Hay que evitar la esperanza. Hay que evitarlo todo. 

José Donoso, Lagartija sin Cola

… hice algo, aunque en ello maté toda una mitad de mi ser, algo que no estuvo mal hecho. 

José Donoso, Lagartija sin Cola


A veces, si me dan ganas de salir: siento, a veces, que lo que quizás podría devolverme mi facultad de sentir placer, mi posibilidad de exaltación y de entusiasmo, no sería tanto una relación programada con una mujer, ni con un amigo, sino mas bien, una relación con una ciudad: Madrid , Paris, Buenos Aires, Nueva York, Munich, Roma… pero Barcelona está aquí y yo soy de aquí y me gustaría salir a caminar, en la mañana, y sin temor en las tardes, y rehacer esa vieja relación. 

José Donoso, Lagartija sin Cola
Sin embargo, cosa rara, Clarissa era una de las personas más profundamente escépticas que Peter había conocido, y posiblemente (esta era una teoría que Peter utilizaba para explicarse a Clarissa, tan transparente en algunos aspectos, tan inescrutable en otros), posiblemente Clarissa se decía: Si somos una raza condenada, encadenada a un buque que se hunde (de muchacha, sus lecturas favoritas fueron obras de Huxley y Tyndall, a quienes gustaban las metáforas náuticas), como sea que todo no es más que una broma pesada, hagamos lo que podamos; mitiguemos los sufrimientos de nuestros compañeros de prisión (Huxley otra vez); decoremos el calabozo con flores y almohadones; seamos todo lo decentes que podamos. Estos villanos, los Dioses, no se saldrán íntegramente con la suya. Sí, porque Clarissa pensaba que los Dioses, que nunca perdían una oportunidad de dañar, frustrar y estropear el humano vivir, quedaban seriamente chasqueados si, a pesar de todo, una se comportaba como una señora. Esta fase comenzó inmediatamente después de la muerte de Sylvia, aquel horrible asunto. Presenciar como un árbol al caer mataba a la propia hermana (por culpa de Justin Parry, de su negligencia) ante sus propios ojos, a su hermana, una muchacha en la flor de la juventud, la mejor dotada de todas ellas según decía siempre Clarissa, bastaba para amargar el carácter a cualquiera. Más tarde, Clarissa quizá no fue tan tajante; creía que los Dioses no existían, que a nadie cabía culpar; y, por ello, formuló la atea doctrina de hacer el bien por el bien.
Virginia Woolf - La Señora Dalloway