“ así que corríamos detrás de algo que ya se había ido. No quiero ponerme trágico, pero así ha sido siempre toda mi vida” (Hans en el Viajero del Siglo)
Con Neuman y el Viajero del Siglo íbamos bien, todo divinamente hasta que no, oh no, porque? Porque haces cosas tan estúpidas Hans (el protagonista de la historia), porque si es tan inteligente, interesante, humano. Y me molesté muchísimo, me moleste con el libro y con el autor (aunque lo sigo leyendo), nah, andar detrás de amores ”imposibles”, el juego infinito, masoquista y ridículo de la indiferencia y el acercamiento, indiferencia y acercamiento entre quienes se gustan, quieren o aman. Mierda! Nunca me gustó eso! Lo odio! Esos juegos que lo único que hacen son daños al corazón, y con los corazones no se juega, no. Claro, no voy a decir que alguna vez no participe en esos juegos de autodestrucción y me pareció tan inmaduro y que me hacia tanto daño que de ahí en adelante cualquier tipo de relación romántica quedaba clara desde el principio: somos que? Que quieres? Que quiero? Estamos de acuerdo?, si perfecto, no adiós. Cualquier sentimiento era expresado desde lo más temprano posible: querer, amar, gusto, pasión, enamoramiento, yo, tu, ok. Estamos claros. Dejémonos de tantas pendejadas e inmadureces adolescentes.
Muy explícita yo? Si, posiblemente. Aburrida? De pronto… pero divertirme con mis sentimientos o de otro? Esos no son objetos de entretención, no, para divertirme tengo otras coas. Y ahí está uno de los grandes errores del señor Hans, ir detrás de algo que ya se ha ido, hombres que van detrás de mujeres que no van a estar a su lado y viceversa. Hans no cree en las revoluciones, y así como no cree en las revoluciones posiblemente tampoco crea en el amor, y por eso el supuesto amor que quiere se le escapa, no le es posible, porque no cree en él , porque el amor, el verdadero es una revolución, es una subversión privada, ahora y hace un siglo, uhm… Hans dice que deberíamos hacer subversiones privadas, revoluciones intimas, en vez de estar pensando en las revoluciones sociales, las políticas o mundiales, dice Hans que esas revoluciones son una farsa, que las revoluciones que sirven son ls personales, no las públicas y yo le digo al señor Hans que aplique porque el amor es una de esas revoluciones privadas que él no se atreve a hacer.
La otra vez coincidencialmente alquilé una película que se llama los fantasmas de Goya, de la época de Napoleon y la revolución francesa, concidencialmente porque la historia de Neuman va unos 30 años después de esa época y porque yo no tenía idea que Goya fuera de esa época. Y la película lo confirma, las ideas de Hans: las revoluciones son una farsa, los ideales no existen y yo le agrego que lo que existen son los seres humanos. Las ideas, las ideas están ahí para cualquiera, los ideales, y los partidos y los sistemas políticos y las filosofías, es muy fácil que un mandatario se haga llamar comunista y se de los mayores placeres en su trono, los que su pueblo no puede aspirar ni mínimamente. Es muy fácil, como el protagonista de la película ser primero un sacerdote tipo in quisiion y decir que Voltaire es una blasfemia y después de 20 años convertirse en un líder de la revolución Francesa para recuperar el poder en su país España invadido por los franceses. Es muy fácil decir y hablar y hacer una lista de derechos humanos, pero no es fácil “ser” y menos fácil es ser “humano”. Por eso las revoluciones son una farsa, porque no se trata solo de destronar poderes y cambiar sistemas políticos y creer que así “todos” cambiaron, no, la gente sigue siendo la misma por “dentro”, el hecho de que cambien unos cuantos no hace que un país entero cambie. La revolución francés y su declaración de derechos humanos no sirvió para nada, o digame cuales son los derechos humanos que hoy se respetan en el mundo? Lo mismo pasa con la liberación femenida, acaso creen que por estudiar, votar y trabajar las mujeres cambiaron por “dentro”?
Entonces si, las verdaderas revoluciones son las privadas, las personales, las intimas, no las de la plaza o las calles. Una vez en la plaza de Mayo de BA había un grafiti que decía “revolución en plaza, en la casa y el cama”. Las subversiones privadas son las únicas que valen, que perduran, que no se acaban. Uno empieza haciendo una revolución por dentro de uno mismo negando todo aquello que la familia y los entornos te metieron en la cabeza y en el corazón y poniendo ahí lo que a uno se le de la real gana y no a ellos! Y después uno hace revoluciones en la casa, con los padres y a veces en esas revoluciones, asi como en las calles, uno rompe lámparas, puertas, platos, uno pega gritos y se niega todas las veces que sea necesario, no creo en la gente que no ha hecho sus revoluciones en sus familias, no creo. Y después, después viene la revolución del amor, arriesgarse a amar a quien realmente uno quiere amar y hacer hasta lo imposible por ello. Y la vida se convierte en revoluciones para quienes aprender a revolucionar su vida personal, y si uno entra a un trabajo también arma una revolución y lo echan y después le toca a uno hacerse su propia revolución por dentro de decir o se adapta al mundo laboral o se crea el propio. Y en las amistades, las amistades… esas también se subvierten y unas se salvan y otras se pierden. Dios, ahora que lo pienso todo ha sido culpa de las malditas revoluciones, no mucha gente alrededor de uno subsiste así, solo se quedan los que valen la pena, muy pocos, muy pocos, y vivir así es difícil y uno llora y sufre y grita y le duele y le da miedo, pero es una vida de verdad, no de mentiras y es un dolor que vale la pena, no es un dolor en vano.
Pero las mas difíciles, las mas difíciles revoluciones son las del amor, nunca se acaban, cuando crees que ya todo está dicho, que ya todo está sabido y expresado, un día ves que no, que falta más y así pasan los días y los meses y los años y uno no acaba de ser ante el otro, uno es un pozo infinito y cada vez sacas más agua limpia y agua sucia y sacar esa agua sucia ante el otro es lo que hace esas revoluciones.