18 de diciembre de 2009

Arbitrariedades de los blogs


Al ritmo de Grizzly Bear se puede escribir, me gustan sus voces y esa forma de cantar, admito que me gustaron mas cuando los vi en video, se me hacían intraducibles en vivo y cuando los vi ahí interpretar Two Weeks quede asombrada de lo casi igual que suenan a la grabación. Y todos se ven tan auténticamente tímidos, ñoños, nerds, calladitos y altamente sensibles, pero así es, así es, cuando la gente se atreve a ser lo que es hasta en sus dimensiones mas patéticas, salen talentos como Grizzly Bear, que suenan lejanos y desesperanzadores, suavemente suplicantes, afinaditos y armónicos, jugando con sus voces y sus desesperaciones.

Estoy que me hago las listas de fin de año: los discos del año, los libros del año, y una nueva, las fotos del año, pero todavía me da pereza, de pronto el 31 de Diciembre echada en mi casa del aburrimiento, las haga.

Por el momento solo quería recordarme a mi misma que anoche volvi a leer a Saramago y fue un grato reencuentro, gratísimo encontrar su ligereza, su lírica, su narrativa casi poética que lo lleva y lo lleva a uno tranquilamente, suavemente, casi como los Grizzly Bear. La verdad es que empecé a leer La Caverna por segunda vez y por segunda vez volvió a quedar en el estante, entonces me cogí otro del señor que se llama Levantado del Suelo, y como por no dejar lo empecé a leer y ahí me quedé. Ya no me acordaba de la sencillez de los personajes de Saramago, gente casi insignificante para el mundo de hoy, funcionarios, campesinos, profesores rutinarios. Y me da la impresión que dentro de estas vidas simples, los libros de Saramago se convierten como en un sueño profundo y extraño, lleno de obsesiones y simbologías, incoherencias, tristezas irredimibles pero no suicidas, anédonias, cosas por descubrir, parecen un camino tranquilo hacia el subconsciente y a veces hacia pasados remotos.

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