14 de octubre de 2008

Bueno, escribamos sobre libros, ya que soy tan buena haciéndolo. Veo tantas películas, escucho tanta música y leo regularmente libros y nunca escribo sobre nada de ello, porque? porque posiblemente todo lo que pueda escribir sobre libros, música o películas me debe parecer una basura, en realidad la mayoría de las cosas que escribo, de lo que sea, son malísimas, como el 99% de los blogs en el mundo, pero no por eso ni yo ni nadie va a dejar de escribir. Así que sigamos bestializando ahora con libros, mas tarde con películas y algún día espero lejano con música.
Houellebecq me da dolor de estomago, literalmente me da dolor de estomago, me da nauseas, es tan crudo, es tan real, es tan cruel, Houellebecq es cruel con todos y claro con el mismo también. No se puede leer de un tirón este libro o si no uno se enferma, aunque yo nunca me he podido leer de seguido un libro, eso hace mal a la mente. Aunque el libro está perfecto para demostrar lo patético que es el trabajo de los ejecutivos contemporáneos, de lo jodidamente difícil y enfermizo que es llevarse una vida decente en cualquier tipo de empresa o institución que haga dinero en esta suciedad. Dice este pobre señor algo así como "odio este trabajo, me sabe a la caca de las ratas, la humanidad necesita todo menos la informática, esto es una mierda, una mierda, trabajar en esto no tiene sentido". Lo interesante del personaje es que esta en el medio pero no se engaña, sabe que sus únicos momentos reales y verdaderos de su vida son los diez minutos de cada uno de sus cigarrillos, me parece que le creo. Han visto a la gente fumar? que placer con que lo hacen, y esa cara que ponen cuando se acaba el cigarrillo, como si fumar fuera su libertad, se inspiran cuando fuman, cuando la gente quiere hablar de algo realmente importante se prende un cigarrillo. Pero si, este personaje no se engaña como la mayoría que uno ve por ahí, ¿que será de los que se engañan? y ¿de los que no se engañan? habrá que acabar el libro.
Houellebecq los muestra a todos, a todas las clases de ejecutivos existentes, desde el niño de 25 años que se cree ya el gerente de la empresa y pica como las serpientes (ja yo se a quien me recuerda este sujeto lo que pasa es que el protagonista no se dejo picar yo si), pasando por la mujer obsesiva en su trabajo que no tiene vida social, hasta el dueño de la empresa aburrido y que solo la mantiene para sobrevivir él y sus empleados, el chico al que se le ve un éxito genuino inconfundible, etc. hablar de esto me da nauseas. Houellebecq no cree en el amor, no cree en nada, cree en sus cigarrillos, pero esta ahí adentro de esa caca de ratas y no es de los que se suicidan, como Montano. Creo que a Martin Amis le deben gustar los libros de Houellebecq m pero de que mas, de que más se puede escribir hoy en día si no es de la porquería del mundo.

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